lunes, 18 de mayo de 2015

Historia de un textil impresionante y una princesa en Myanmar


Leyendo y buscando sobre sedas he ido aprendiendo sobre textiles impresionantes que llevan un trabajo impecable y laborioso.
Del textil que estoy hablando es el luntaya acheik o "textil de las 100 lanzaderas"
Es producido en Myanmar específicamente en una zona cerca de Mandalay.
Este textil requiere de una gran cantidad de lanzaderas ya que es tejido en diversos colores y diseños en forma de bordado a mano. En realidad son pocos lo textiles de luntaya acheik de ahora en que se usen 100 lanzaderas, sin embargo sí definitivamente se usan una cantidad muy grande.

Dependiendo del textil hay algunos en que las tejedoras se sientan de dos a tres por textil para poder llevar a cabo su tarea.



La persona teje el textil boca abajo, de tal manera que  puede ver sólo el revés de la tela y va elaborando cada diseño muy cuidadosamente.

La gente en Myanmar usan unas piezas de tela arroyadas a la cintura, como enaguas llamadas longyi. Es un textil de más o menos 2 yardas de largo y es tradicionalmente usado por hombres y mujeres indistintamente.
Para producir un longyi en luntaya acheik se necesita por lo menos un mes de trabajo. Estos textiles son usados por gente muy adinerada y en general de la aristocracia.
  



Los diseños y colores utilizados son muy particulares y revisando y conociendo de este fantástico textil fue que recordé una escena en Rangoon que me impactó .


Estábamos en Shwedagon Pagoda en Rangoon, Myanmar.
Esta es por excelencia la pagoda más antigua y reverenciada en este país, donde las familias van de peregrinación por lo menos una vez en sus vidas. El domo principal recubierto de oro, es una visión de las más inspiradoras que he visto. 
Caía la noche sobre nosotros mostrándonos una pagoda aún más espectacular , iluminada, con el oro brillando contra el cielo azul oscuro.


Respirábamos el aire de meditación y devoción a nuestro alrededor y de repente, apareció una mujer muy bien vestida en un longyi, una blusa de seda y aire aristocrático. Varios sirvientes a su alrededor le ayudaban a realizar sus ofrendas. 


Sin darnos cuenta empezaron a encender miles de lamparitas de aceite que ellos fueron colocando a todo alrededor de la pagoda. El aire se fue haciendo cada vez más místico y la pagoda cada vez más impresionante.


Lo que veíamos era algo muy particular, nos percatamos que los ayudantes de esta señora invitaban a la gente a encender estas lamparitas de aceite.
 Nos levantamos y aprovechamos para encenderlas como parte de nuestro ritual místico.


La pagoda iluminada por miles de llamitas en honor a Buda no podía ser más cautivadora!
Esta imagen quedará en mi memoria siempre! 
Cada llamita representando una plegaria, un agradecer a la vida por tanta belleza e inspiración!
Y, qué tienen que ver los longyis de luntaya acheik con esta mujer?

Fue cuando recordé que ella vestía un longyi, que de una u otra forma se me había quedado en mi memoria.
Corrí a repasar las fotos que habíamos tomado , hacía más de un año, de ese momento maravilloso y descubrí que esta señora llevaba un longyi de luntaya acheik ¡! Era exactamente el longyi que se me había quedado en mi memoria sin saberlo.




Y, al reconocer lo especial de este textil, el laborioso trabajo detrás de una pieza como ésta, fue que realicé que esa mujer… esa mujer era una princesa!   





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