viernes, 28 de octubre de 2011

Historia de la Seda

La sericultura o producción de la seda tiene una historia muy colorida y desconocida por la mayor parte de la gente.
Según la historia, allá por la época del reinado del mítico emperador Amarillo Huamg-Ti  (2677-2597 AC), Lady His-Ling , esposa favorita del emperador, fue quien descubrió el efecto que tenía el agua caliente sobre un capullo de seda. Sentada bajo un árbol de morera tomando su té,  accidentalmente cayó  en su taza un capullo de la mariposa. Jugando con la pequeña bolita gris quedo asombrada de la delicada textura del filamento que se desprendía de ella. Fue ella quien impulsó y promovió la sericultura que se convertiría en un producto de vital importancia para la economía de la China.
A Lady His-Ling se le atribuye  también, la invención de los telares, sin embargo todas las evidencias históricas nos sugieren que la producción sistemática de la seda o sericultura empezó unos siglos después. Aun así,  la princesa His-Ling es conocida como la dama de los capullos de seda. El agradecimiento de su pueblo por la prosperidad que procuró su descubrimiento, fue tal,  que  su nombre, que significa “antepasada de la seda”, pasó a designar una formación celestial. En efecto, a la constelación que nosotros llamamos Escorpión, la nomenclatura astrológica china le da el nombre de esta soberana china.
          Durante siglos, las emperatrices chinas continuaron siendo las patronas de la sericultura. Cada año, una vez terminada la campaña de producción, las mujeres de los mandarines les traían los capullos y, como recompensa, las nobles criadoras eran admitidas a una recepción imperial espectacular y deslumbrante.
Es allá entre los años 1500 y 1050 AC que empiezan a aparecer ideogramas que denotan las palabras “filamento de seda”,” árbol de morera “o “bombys” (el capullo de seda).
En sus inicios la sericultura se practicó de forma rudimentaria ya que los capullos eran utilizados en su forma natural. Es decir que el filamento de los capullos silvestres se usaba después que la crisálida expeliera la secreción ácida que posee, para poder cortar el capullo y así salir. Este proceso resultaba en el corte del filamento en pequeños pedazos que no podían ser hilados más que de la forma en que se hila el algodón o la lana.
El curso de la historia del tejido de seda cambió de forma radical cuando se descubrió cómo cultivar el capullo de seda. Este nuevo proceso consistía en matar la crisálida antes de salir, de tal forma que no rompiera el filamento del capullo. El producto de este proceso resultaba en un filamento de 1 kilómetro de largo ya que este quedaba intacto. Esta forma de cultivo fue lo que les dio a los chinos la hegemonía y el monopolio del  comercio de la seda. Este secreto fue guardado con tanto celo que se penaba a quien quisiera contrabandear la seda,    (viajeros, mercaderes o altos dignatarios, no importaba su rango), con la muerte instantánea. El secreto se mantuvo hasta el punto en que el conocido escritor clásico  de origen griego Plinio el Viejo defiende, en su “Historia Natural”, el origen vegetal de este tejido. En la citada obra se puede leer: “la seda procede de los “seres”, un pueblo formado por individuos altos y pelirrojos que se dedican a extraer una pelusa blanca de determinados árboles.” “A partir de esta pelusa,- proseguía el sabio  griego-, los “seres” hilan y tejen la seda. Precisamente el nombre de estos supuestos personajes formó la palabra con que los romanos designaban al tejido: “sericum”. Y de él derivan todas las palabras castellanas relativas al término: sericultura, sericultor, etc.
Al principio el uso de la seda fue  solo circunscrito  al emperador y sus más cercanos colaboradores. Luego, poco a poco, se fue popularizando el uso de ella  entre las clases altas de la sociedad china, ya fueran militares, civiles o las clases de funcionarios de gobierno, ricos terratenientes o mercaderes acomodados.
La seda fue  usada también  para fines industriales. Con ella  se hacían instrumentos musicales y se uso para la fabricación de la cuerda de los arcos, las líneas para pescar,  y hasta para fabricar papel, el cual era considerado el más lujoso.
La seda se convirtió luego, no solo en un producto industrial sino   que  se usó como valor en sí mismo. Se pagaban impuesto en grano y en seda. También se usaba para pagar a empleados importantes o para recompensar súbditos por tareas excepcionales.
Luego, en los tiempos en que el cultivo de la seda se hizo artesanalmente en las casas de la gente común, estos erigían templos a los dioses de la seda para asegurarse una cosecha abundante.

Bizancio
Es en el Siglo IV en que se rompe el monopolio chino de la seda gracias a los sasánidas que controlaban Persia y Mesopotamia y los bizantinos que gobernaban el Imperio Romano de Oriente.  La situación geográfica de Persia era privilegiada ya que se encontraba entre Bizancio y China e India. Ya que los sasánidas controlaban la mayoría de las rutas por donde se transportaba la seda desde China, pronto monopolizaron el comercio de seda  chino.  Escenas clásicas sasánida, como los motivos de la cacería, fueron tejidas e imitadas por los tejedores de Bizancio y China.  En el siglo VIII luego de un siglo de conquistas musulmanas, se establece un mecenazgo de parte de los príncipes para desarrollar  nuevos temas decorativos en los textiles de seda y lana.

Japón
Es ya en el 550 d.C. que la seda empieza a fabricarse en otros lugares como en el Oriente Medio. Los telares chinos fueron introducidos en Japón por los inmigrantes coreanos, quienes Sin embargo Japón permaneció alejado de la influencia china hasta el reinado de la dinastía Tang en China y el periodo Nara (AD 646-794).
En el siglo VI los monjes budistas de la India y China arribaron a las costas japonesas y con ellos trajeron el ritual de vestido: la kesa. Esta pieza era una especie de chal elaborada con retazos  de seda que se pasaba de maestros a discípulos. Las familias buscando el descanso eterno de las almas de  sus seres queridos entregaban piezas de vestidos, ya fueran de seda, bordadas o tapices, a los templos budistas para ser transformadas en kesas.
      Existían estrictas reglas sobre el uso de estas piezas de tela entre los monjes quienes tenían el deber de lavarlas, teñirlas y cocerlas de tal forma que se creara una composición perfectamente definida. Este grupo de textiles de retazos de seda vendrían a representar un elocuente símbolo de la Ruta de la Seda y el budismo.
Durante el siglo XIV se empezaron a tejer suntuosos kimonos, vestuarios para el teatro de drama No y para uniformes de los samuráis diseñados por tejedores japoneses. La tradición textil japonesa continuó floreciendo en los siglos XVIII y IXX y fue ya en los inicios del siglo XX que el arte japonés tuvo su mayor influencia en occidente en los ámbitos del arte y la decoración de interiores.

Italia
La seda y las especias viajaban juntas con mucha frecuencia. Por tierra, por rutas terrestres a través de Persia y Asia Central o por barco a través del Golfo Pérsico a los puertos del delta del Tigris y el Eufrates, de ahí se transportaban en camellos a los bazares de Siria, primer puerto mediterráneo desde el cual se dispersaban todos los lujos asiáticos por occidente.
La influencia de los musulmanes fue desapareciendo y este lugar fue tomado por los mercaderes y tejedores italianos, quienes desde el siglo XIV al siglo XVI controlaron el comercio de la seda y desarrollaron técnicas espectaculares de tejido sobretodo en terciopelo. A pesar de que hoy día los centros de producción de seda italiana se encuentran en Milán y Como, históricamente los centros más importantes fueron Lucca, Venecia, Florencia y Génova. En los finales del siglo XV un grupo de italianos artesanos, incluyendo a tejedores de Lucca y Génova, emigraron a Barcelona para abrir sus talleres ahí. Una lista de artesanos calificados y acreditados en Valencia, en 1479, incluyen tejedores de Venecia, Florencia, Lucca y Lombardía.

Francia
Para principios del siglo XVII los impuestos altos y la migración de artesanos calificados a América debilitó la economía Española y contribuyó al declive de la producción de seda en España. Poco a poco a finales del siglo XVII la industria de la seda fue haciéndose más importante en Francia y los tejedores italianos fueron migrando para Francia, donde se estableció la industria de la seda basada en la experiencia italiana. Desde ese tiempo Francia se convirtió en la capital de la moda y es en el siglo XX con la “haute couture” que tiene un papel prominente en los diseños de la seda.

 En este siglo la industria de la seda se vio afectada por dos grandes guerras mundiales además del impacto que sufrió la fabricación de la seda por la devastadora plaga prebine que afecta los gusanos de seda. Otro reto que tuvo que superar la industria, en el siglo XX fue la escalada y popularidad de la producción de fibras sintéticas.
En el presente los mayores productores de seda en el mundo son China, India y Brasil así como países  en la región de la Ruta de la Seda (p.ej. Uzbekistán),  y otros países asiáticos como Corea y Tailandia.

La seda trajo color, elegancia y un toque de suavidad y belleza a vidas que habitualmente eran ásperas, difíciles e inseguras.
El vestir y decorar en seda llena la vida de glamour  y fantasía, y nos liga a   épocas de belleza legendaria.
El arte, la delicadeza  y la sensualidad que encierra una pieza de seda, no es comparable nunca con las telas sintéticas de los tejidos actuales.

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